Leyendas de Chile

                           El mito de la Creacion de Chile

Salto del Laja

"En el principio, Dios creó las maravillas del mundo, sin embargo, cuando terminó se dio cuenta que había muchos trozos sueltos. Tenía partes de ríos y valles, de glaciares y desiertos, de montañas y bosques y praderas y colinas. En vez de dejar que estas maravillas se perdieran, Dios las dispuso todas en el lugar más remoto de la tierra. Así es como se creó nuestro país. Al silencioso norte, Dios le asignó la protección de la sal, el cobre, los minerales y la morada de los ancestros en la altas cumbres; en el centro, Dios ubicó los valles, ricos y generosos, dadores de vida y en el sur, la grandes reservas de agua, todo cercado como un gran jardín virtuoso, entre mar y cordillera, columna vertebral de nuestro hogar llamado Chile”




El diablo disfrazado de guagua.



 Regresaba de noche de las fiestas del Carmen de Chitita, después de la tinca o baile campesino que sigue a la procesión y frente a Jasjara sintió el llanto de una criatura y pronto avistó una guagua abandonada en las piedras del camino. Se bajó del caballo, la recogió y le hizo mimos para tranquilizarla. La aderezó en el cabezal de la montura, con solicitud paternal, mientras pensaba que debiera ser de alguna forastera venida a la fiesta, la que fatalmente se embriagó sin atender a su obligación natural. A poco andar la miró para comprobar si estaba dormidita y se asustó al ver que echaba candela por la boca, mostrando unos dientes de bestia.El diablo!, dijo y la botó al fondo de la quebrada, convencido de que era el mismo demonio, mientras sujetaba la cabalgadura, presa de espanto, en un sendero tan estrecho como peligroso que pudo acarrear una caída mortal.

EL ALICANTO.



Es un pájaro que se alimenta de oro o plata y cuyas alas fosforecen durante la noche; éstas despiden áureos destellos, si el animal come oro; o argentados, si es goloso de plata. El alicanto, a causa de sus comidas tan pesadas, no puede volar. Los que divisan un alicanto en su camino y deciden seguirlo, seguros que los conducirá a un fin venturoso de fortuna, deben actuar con muchas precauciones para no ser advertidos por el pájaro, porque éste, que es muy celoso, pliega las alas brillantes si descubre que le persiguen, confundiéndose en las sombras y desorientando al minero avaricioso.
"EL TESORO DEL"SANTIAGUILLO"
El santiaguillo era un barco español que fondeó en el puerto de los Vilos. Traía tesoros fabulosos del Perú y una de sus lanchas que estaba cargada de valioso mineral encalló.
El mar y el tiempo sepultaron el tesoro en la playa. Los pescadores de esos contornos ven navegar una embarcación llena de tripulantes. Son las almas de los marineros insepultos que claman y piden descanso; descanso que lograrán después de que alguien saque este tesoro escondido que sus manos aprisionaron con codicia.
zona central
La piedra feliz

 

La Piedra Feliz era un peñón enclavado en Las Torpederas, balneario de Valparaíso. Por muchos años los aburridos de la vida, los descontentos, los enamorados desencontrados, se despedían de sus vidas para siempre lanzándose desde lo alto al mar.
Toda una época señala a la Piedra Feliz, como la piedra de los infelices. Se suicidaban parejas, hombres o mujeres, ancianos, enfermos, abandonados. Al pie de la roca, ramazones de algas se extendían y distendían como tentáculos de pulpos gigantes y se contaba que los suicidas erguían la cabeza entre estas plantas como incitando a lanzarse a las almas torturadas.

Las vegas del flaco


En cierta ocasión en que mineros iban en busca de minerales a lomo de mula, uno de los machos de la recua enfermó y hubo de dejarlo en una vega pastosa que se veía a orillas del río Tinguiririca. Desde aquel día los arrieros comentaban sobre la suerte que le habría corrido al pobre macho flaco y enfermo que habían dejado en la vega. Al regreso se encontraron con la sorpresa de que el macho no sólo se había repuesto, sino que había engordado. Y desde aquel día no se habla entre los arrieros sino de la bondad de esa vega, donde había sanado el flaco y su nombre pasó a ser el de Vegas del Flaco.

Leyendas de la zona Sur


Chiloé, archipiélago conquistado en 1567, es uno de los lugares más ricos en lo que a leyendas y mitos se refiere. Es un lugar lleno de encanto y magia que reflejan las costumbres que han marcado a esta zona de Chile. Pero la Isla Grande no es el único lugar del sur donde se originan mitos. Poblados, ciudades, cordillera y mar son fecundos de imaginación. Reflejando una vez más la personalidad de nuestra gente.

El cerro de la Mano Negra

Un cerro de Coyhaique tiene antes de llegar a la cumbre, estampada una mano negra, la que apareció después de que un hombre se tendió a dormir, sobre su manta a media falda del cerro. El hombre sintió que se hundía, que la tierra se lo tragaba y en su desesperación comenzó a levantar los brazos queriendo asirse a algo para levantarse y profiriendo espantosos gritos. En su angustia estiraba la mano temblorosa, quería aferrarse, pero se sumió. Y esa es la mano de él, que refleja una mano hecha de terror.


El Trauco


Se cuenta que el Trauco es un hombrecito que mide alrededor de 80 centímetros, tiene un rostro varonil y feo, sin embargo posee una mirada muy dulce y sensual. No tiene pies, sus piernas terminan en simples muñones.
Dicen que viste traje y sombrero de Quilineja, planta trepadora también conocida como coralito, usada para hacer canastos o escobas. En su mano derecha lleva un hacha de piedra, que remplaza por un bastón, llamado Pahueldún, cuando se encuentra frente a una muchacha soltera que ha ingresado al bosque. Los que han visto al Trauco dicen que se cuelga de la rama de un Tique, árbol de gran altura, también conocido como Olivillo. Desde aquí espera a sus víctimas.

Suele habitar cerca de las casas de los chilotes para así poder vigilar a las doncellas que le interesan. Se mete a las casas, cocinas y a todos los lugares imaginables sólo para ubicar a una nueva "conquista".

Los habitantes de Chiloé, conociendo las mañas de este pequeño individuo, tratan de no descuidar a sus hijas. Para esto toman precauciones tales como evitar que vayan solas a buscar leña o a arriar los animales. Son en esas oportunidades donde el Trauco aprovecha de utilizar su magia.

A pesar de su afán por perseguir doncellas, el Trauco jamás actúa frente a testigos, es decir, nunca atacará a una muchacha si esta va
acompañada de alguien. Cuando divisa a una niña desciende rápidamente del árbol. Luego da tres hachazos al Tique, con los que parece derribarlos todos.


La muchacha luego de recuperarse del susto, se encuentra con el Trauco a su lado, quien sopla suavemente su bastón. La niña sin poder resistir el encanto del trauco cae en un profundo sueño de amor. La muchacha, al despertar del embrujo, regresa a su casa sin saber claramente lo sucedido. Nueve meses después, tras haber experimentado cambios en su cuerpo por la poseción del Trauco, nace el hijo de este misterioso ser.


La Pincoya


 La Pincoya es una sirena o ninfa que a veces anda acompañada por su marido, el Pincoy, ambos son rubios. En algunas ocasiones abandona el mar y excursiona por ríos y lagos. Su misión es fecundar los peces y mariscos bajo las aguas y de ella depende la abundancia o escasez de estos productos. Atrae o aleja de la costa a los peces y mariscos. Cuando un pescador ve de mañana surgir de las profundidades de las aguas a la Pincoya y ésta danza en la playa mirando hacia el mar extendiendo sus hermosos brazos, hay alegría en todos, porque este baile es anuncio de pesca abundante. Si danza mirando hacia la costa, alejará a los peces. Si la Pincoya no favorece con pesca a un lugar, quiere decir que ha arrastrado la abundancia a otros más necesitados. Para ser favorecido por la Pincoya, es necesario estar contento, por eso los pescadores se acompañan de amigos y amigas alegres y reidores. Si se pesca o marisca con mucha frecuencia en el mismo lugar, la Pincoya se enoja y abandona aquel frente, que luego queda estéril.

En la hermosa laguna Huelde, ubicada a escasos cuatro kilómetros de Cucao, nació la Pincoya, mujer muy bella y de tez blanca ligeramente bronceada, cabellos de oro y que, de la cintura hacia abajo, tiene la forma de un pez. Antiguamente habitaba una enorme caverna en forma de salón rocoso y tenía por costumbre bañarse en la laguna y el río Puchanquin. Desde los roqueríos, mediante un suave y prolongado silbido, hacía emerger desde el fondo de las aguas un tronco de oro macizo sobre el cual trepaba y, sentada allí, peinaba sus cabellos. A veces, durante la noche, entonaba embrujadas canciones amorosas, a las cuales nadie podía resistirse.

Muchas personas buscaron a la Pincoya para obtener sus favores, y ella desapareció del lugar para no volver. Se cree que ella fue robada desde la laguna Huelde para llevar prosperidad y abundancia a playas lejanas. Desde entonces, las aguas tomaron el color oscuro que hoy tienen y pese a que muchos han intentado imitar el silbido de la sirena, el tronco de oro aún está sumergido esperando a su hermosa dueña.


El Caleuche


 Es un buque que navega y vaga por los mares de Chiloé y los canales del sur. Está tripulado por brujos poderosos, y en las noches oscuras va profusamente iluminado. Tiene alumbrado y velamen color rojo, por andar tripulado por brujos. Por lo general, en sus navegaciones no cesa a bordo la música. Se oculta en medio de una densa neblina que él mismo produce. Jamás navega a la luz del día. Si casualmente alguna persona que no sea bruja se acerca, éste se transforma en un simple madero flotante; y si el individuo intenta apoderarse del madero, éste retrocede. Otras veces se convierte en una roca o en otro objeto cualquiera y se hace invisible. Sus tripulantes se convierten en lobos marinos o en aves acuáticas. Se asegura que los tripulantes tienen una sola pierna para andar y que la otra está doblada por la espalda, por lo tanto andan a saltos y a brincos. Todos son idiotas y desmemoriados para asegurar el secreto de lo que ocurre a bordo.

Al Caleuche no hay que mirarlo, porque los tripulantes castigan al que lo mira volviéndoles la boca torcida, la cabeza hacia la espalda o matándoles de repente, por arte de brujería. El que quiera mirar al buque y no sufrir el castigo de la torcedura, debe procurar que los tripulantes no se den cuenta de su audacia. Este buque navega cerca de la costa y cuando se apodera de una persona, la lleva a visitar ciudades del fondo del mar y le descubre inmensos tesoros, invitándola a participar en ellos con la sola condición de no divulgar lo que ha visto. Si no lo hiciera así, los tripulantes del Caleuche lo matarían en la primera ocasión que volvieran a encontrarse con él.

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